El lunes y el martes se vivieron dos etapas muy accidentadas del Tour de Francia y se abrió un debate que de vez en cuando trae cola en el mundo del ciclismo. En la primera etapa una aparatosa caída en el pelotón destrozó el grupo dejando a los favoritos dispersos en diferentes pelotones. El más perjudicado fue sin duda Andy Schleck, que aparte de llevarse un buen golpe se descolgó varios minutos del primer grupo. Después de unos momentos de dudas los gallitos del pelotón decidieron voluntariamente (y para no llevarse la bronca del líder Cancellara) parar y esperar a todo el mundo. Armstrong, Contador y otros de los que se habían visto perjudicados pudieron reengancharse y accedieron también a esperar al pequeño de los Schleck. Contador hacía unas declaraciones al término de la etapa en las que decía que cuando se entero que Andy se había caído inmediatamente mandó parar a sus compañeros para no hacer sangre. Pero lo curioso es que sólo 24 horas después otra caída dejó cortados a varios favoritos de nuevo, y Armstrong y Contador entre otros volvieron a verse perjudicados. Esta vez Andy Schleck estaba adelante junto con Cancellara, que tiró como un cosaco para meter el mayor tiempo posible a los de atrás. Schleck pasó de estar prácticamente eliminado del Tour a ser el favorito mejor clasificado por el momento en la general.
En esa primera etapa yo critiqué la actitud del pelotón, así que sería ilógico ser crítico ahora con Saxo Bank por la actitud de ayer. Estoy totalmente a favor de que los deportistas tengan actitudes deportivas y solidarias, pero yo creo que todo tiene un límite. Las caídas forman parte del ciclismo, lo mismo que las pájaras, los pinchazos o los ataques. Al igual que elogiamos a los corredores que aguantan el ritmo en las subidas o que se juegan el tipo bajando, hay que recordar que en el ciclismo hay muchas más cosas elogiables como por ejemplo la colocación, el trabajo en equipo, la habilidad sobre la bici, etc. Está claro que es imposible ser inmune a las caídas, entre otras cosas porque en un porcentaje importante son inevitables, pero hay que entender que forman parte del juego y saber evitarlas es vital para un hombre que pelea por la clasificación general. Y por mucha rabia que nos dé que nuestro corredor favorito se vea afectado en una y pierda tiempo, no se puede adulterar una etapa (y a la postre un Tour entero) porque un favorito se haya ido al suelo. Entiendo que se espere al líder del Tour en los Campos Elíseos si ha sufrido un pinchazo, al final tampoco hay que pasarse. Pero en el resto del Tour el problema entonces es: ¿a quién esperamos y a quién no?, ¿en qué etapa paramos y en cuál no? En la etapa del pavés el equipo Saxo Bank no paró porque en teoría cuando hay algo en juego no se para y cuando la etapa está tranquila sí se para. Pero por mucho que en una etapa se esté corriendo y en la otra no, la mala suerte que tuvo Schleck fue exactamente igual de mala que la que tuvieron Contador o Armstrong ayer, por tanto según las "reglas" de Cancellara también habría que esperarles. Entonces qué, ¿la organización decide las etapas en las que se puede decidir la general y las que no? Una de las bellezas del ciclismo por etapas es que en cualquier día se puede decidir la general (que se lo digan a Pereiro que ganó un Tour gracias a una escapada bidón, lo mismo que Arroyo que a punto estuvo de hacer lo mismo en el Giro). Una simple racha de viento bien aprovechada, un abanico, una emboscada, una caída en mal lugar o cualquier otra circunstancia puede dejar a gente fuera o meterla en la pomada.
Me molesta que en el deporte se falte a la competitividad por supuesta deportividad. Y digo supuesta porque generalmente ésta se aplica de forma interesada y sin pensar realmente en las consecuencias. ¿Acaso el Saxo Bank o el Astaná pensaron en el resto de corredores del pelotón? Ese 95% de corredores son los que se juegan el sueldo en cada etapa. Una victoria de etapa, una aparición en la tele o una jornada de amarillo puede cambiarles la vida y les puede hacer ganarse una renovación que dé de comer a sus hijos durante una buena temporada. En este caso el favorecido fue Chavanel, que pudo disfrutar de la gloria por un día. Pero otros corredores como Oscar Freire u otros sprinters que hicieron un gran esfuerzo en pasar bien los puertos se vieron afectados por esa extraña ley no escrita que provocó importantes broncas de Cancellara a quien intentara violarla. Ojalá los ciclistas reflexionen sobre estas cosas porque esto sólo llevará a más problemas en el futuro.
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